Inauguro este blog publicando un comentario que escribí hace algún tiempo sobre el film Watchmen, basado en el cómic del mismo nombre y que fue una de mis películas favoritas dentro de lo visto este año.
Sería injusto poner una baja calificación a Watchmen, la última producción de Zack Znyder, por no ser totalmente fiel al cómic original de Alan Moore y Dave Gibbons, ganador de varios premios y considerado por la revista Times una de las mejores novelas del silgo XX, y sin embargo algunos críticos de cine así lo consideraron en su momento.
Desde un principio se sabía que adaptar una historieta de 12 capítulos y con varios relatos paralelos que se cruzan entre sí, a una película de poco más de dos horas no iba a ser tarea fácil, pero Snyder se atrevió pese al rechazo de Alan Moore de incluir su nombre en el film, y el resultado en lo personal superó las expectativas. Si bien se omiten algunos aspectos y se cambian ligeramente otros, la película de Watchmen conserva lo fundamental que ha hecho al cómic una de las grandes novelas de ficción de todos los tiempos y que en su época rompió esquemas al derribar el mito de los superhéroes, mostrándolos con más debilidades que fortalezas.
Lo anterior se demuestra al saber retratar las motivaciones y personalidades de los personajes, desde el resentimiento de Rorscharch, los delirios de grandeza de Ozymandias, la indiferencia del Dr. Manhattan hacia la condición humana y sus emotivos viajes por el tiempo, lo que se desarrolla en la ambientación en un Estados Unidos del año 1985 en plena guerra fría, con Richard Nixon en un nuevo período de mandato y todo esto envuelto en la paranoia de una inminente guerra nuclear contra la Unión Soviética, que se preparaba para invadir Afganistán, limentada por el sensacionalismo de la prensa en ese entonces.
Hay momentos en que la película logra reflejar muy bien la emoción de las viñetas y otros en que carece de ella, aunque las fallas no logran opacar el conjunto de lo que es el filme. Mención aparte es la escenografía, hay imágenes que son calcadas del cómic, y en general la ambientación recrea dignamente la oscuridad y violencia vista en cada capítulo. Cabe destacar lo bien logrado que resultó ser el soundtrack, con canciones pop y rock de los setenta y ochenta, más piezas de música clásica, que intensifican el dramatismo de las escenas, como si dichas composiciones fuesen escritas para la película.
En resumen, un filme que adaptó dignamente la obra maestra de Alan Moore, pese a no alcanzar completamente su grandeza, y que merece tantos elogios como en su momento los recibió The Dark Knight.
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