En su cuarto disco, “No Exit”, alcanzaron la cúspide al intensificar al máximo la mezcla de estilos que lo pondrían un paso adelante en su época, haciendo un perfecto balance entre técnica, fuerza y pasión.
Producido por Max Norman, esta placa es el punto de transición entre la etapa previa de Fates Warning, caracterizada por un heavy más clásico, con toques progresivos y letras sobre fantasías épicas y mitología, y el período posterior marcado por un sello más vanguardista, innovador y de temáticas introspectivas.
No obstante, un punto en contra es la portada, carente de la calidad en ilustración que poseía el trabajo anterior, pero que refleja con sencillez el concepto que la banda plasma a través de sus temas. Sin embargo, la edición remasterizada de este año mejora bastante el arte de la carátula al hacer el paisaje más oscuro y darle mayor profundidad.
Este trabajo marcó el debut del actual vocalista de la banda, Ray Alder, quien vino a reemplazar a John Arch, pues éste se involucró en el dilema de escoger su vida personal o dedicarse completamente a Fates Warning, finalmente optó por lo primero y el resto es historia.
Si bien no tiene una calidad de producción tan buena como su antecesor, el apoteósico “Awaken The Guardian” (1986), “No Exit” puede situarse como uno de los mejores discos de metal progresivo de todos los tiempos, con mayores estructuras en composición y riffs más encaminados entre el heavy y ciertos tintes de thrash.
Con esto, “No Exit” se convierte en el disco más agresivo que Fates Warning haya lanzado hasta entonces, pero manteniendo la técnica y vanguardismo que lo ha convertido en un referente importante entre bandas como Dream Theater. De hecho, el baterista de esa agrupación, Mike Portnoy reconoce en ellos el crédito de haber sido pioneros en un género que los Theater harían más popular en los noventa, y al que muchos apuntarían como precursores.
Si bien no se trata de un disco conceptual donde una sola historia con sus respectivos protagonistas es relatada a través de cada tema, en la gran mayoría de las canciones queda plasmado en sentido metafórico el conflicto y angustia del individuo por escapar de su tortuoso mundo, que confunde con un sueño donde se siente atrapado sin salida, e impotente por no despertar.
La voz de Ray Alder impresiona en esta placa, transmitiendo intensamente las emociones expresadas en las letras, que van desde la agresividad hasta la desesperanza, logrando un excelente desempeño y perfilándose como uno de los mejores vocalistas del género.
También destacan las guitarras de Jim Mateos y Frank Aresti, quienes transitan por duetos acústicos, poderosos riffs y virtuosos y emotivos solos que los destacan como una buena dupla tras las seis cuerdas. Esto se complementa con la impecable ejecución de Joe DiBiase en el bajo, que en instantes adquiere mayor protagonismo, y la fuerza de Steve Zimmerman tras la batería.
“No Exit” abre el disco como un intro al siguiente tema, donde los tranquilos ritmos de guitarra y la voz de Alder nos invitan a este viaje hacia un mundo surrealista y sin salida. “Anarchy Divine” sigue a continuación con mayor intensidad y poder, es un golpe directo que complementa al track previo y que líricamente es cautivador, con un concepto que apela a un autoritarismo todo poderoso al estilo del Gran Hermano, con versos como “Cast your dreams, I’ll show you what to feel, Walk but keep the road I’ve paved”.
“Silent Cries” baja las revoluciones, es un tema más lento y melódico pero al mismo tiempo cautivador y potente. Destaca el dramatismo de las letras (“Questions unanswered remain, Alone they mourn a fragile mind“) y si bien no es tan técnico posee mucha intensidad.
“In a Word” comienza con cautivantes guitarras acústicas, siendo un tema más lento y tranquilo que el anterior, aunque se eleva en potencia cuando ingresan los acordes heavies y maravillosos solos como el que antecede al verso “Close your eyes, what do you see, Dreams in rhyme with reality, Or life to die in black scenery, Empty shells and what could be”.
“Shades of Heavenly Death” acelera las cosas con riffs en una senda thrash, pasando a ser uno de los temas más pesados del disco, con variados cambios donde la voz suena desgarradora y el bajo destaca por su intensidad, para luego variar a un ritmo de guitarras acústicas en plan virtuoso y teclado que enriquece su atmósfera.
Finalizamos con la épica “The Ivory Gate of Dreams”, un tema de más de 21 minutos e inspirado en la mitología griega de los Oniros, las personificaciones de los sueños, pero a la vez manteniendo la metáfora del conflicto individual entre el mundo interno y externo. Se caracteriza por una intensa y sugerente introducción acústica que sigue con pesados riffs y diversos cambios de estructura a través de las ocho composiciones que le dan forma.
Esta es una pieza apoteósica de principio a fin, con momentos de clímax y reposos, desde el inicio en “Innocence” y “Cold Daze”, donde Alder intensifica su potencial, pasando por la desgarradora fuerza de “Daylight Dreamers” hasta la desolación en “Quietus” (“Is all we do and all we dream, Doomed to drown in a hopeless stream?“) que culmina con un precioso solo de piano para dar paso a “Ivory Tower”.
A continuación siguen la serenidad de “Whispers in the Wind”, que cede lugar al apocalíptico desenlace en “Acquiescence” (“Hope leads to quiet desesperation, When reality obscures the dream, Makes the mind a grave of memories, That wander the lonely breeze“) y finalizando con hermosas guitarras acústicas en “Retrospect”. Todo lo anterior caracterizado por un ambicioso trabajo instrumental y acompañamientos de teclado que complementan una gran atmósfera.
Tal vez “No Exit” no haya recibido suficiente crédito en su momento, y seguramente Fates Warning fue opacado en términos de popularidad por bandas del estilo como Queensrÿche y Dream Theater, pero sí es un gran disco que puede ser del agrado de quienes gustan de los sonidos más agresivos del heavy metal, como de los que disfrutan con lo virtuoso y los elementos progresivos.